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viernes, 13 de abril de 2012

El yogur: historia, beneficios y propiedades

La palabra yogur procede del término turco yoğurt, que a su vez deriva del verbo yoğurmak, mezclar o espesar, en referencia al método de preparación del yogur. La podemos hallar escrita como yogurt, yogourt o yoghourt, aunque la Real Academia Española (RAE) solo admite la forma 'yogur'.
Originario de Mesopotamia, hace 4.500 años, el yogur es un alimento muy saludable que no debería faltar en nuestra alimentación diaria, pues las propiedades del yogur para nuestra salud son únicas. El yogurt es el resultado de la adición de cultivos de ciertas bacterias (Lactobacillus bulgaricus y Streptococus thermophilus) a la leche. La transformación de la lactosa (azúcar presente en la leche) en ácido láctico es lo que le confiere al yogur su sabor acidulado. Al haberse transformado la lactosa de la leche, el yogur es adecuado para personas intolerantes a la lactosa.

Es un alimento probiótico, pues aporta al cuerpo microrganismos vivos, que influyen positivamente mejorando la flora intestinal (especialmente indicado tras la ingesta de antibióticos que han reducido los microrganismos presentes en el intestino - flora intestinal endógena-). Pero además de mejorar, restaurar y ser un remedio eficaz para la flora intestinal, sus propiedades antibacterianas estimulan la evacuación del contenido estomacal, permitiendo la expulsión por vías naturales de los microrganismos indeseables que pueden alojarse en el estómago. Por ello es recomendable tanto en caso de diarreas como de estreñimiento. También es bueno saber que las bacterias lácticas del yogur mejoran las distintas funciones del sistema inmunológico, entre ellas la acción antitumoral, la cual evita o retrasa la aparición de cáncer. En una persona que consume yogur regularmente se reduce notablemente el riesgo de padecer cáncer de colon y de mama, además de mejorar la calidad de vida de quienes ya padecen esta enfermedad. 
Entre sus propiedades nutricionales destaca ser una abundante fuente natural de calcio (142 mg por cada 100 g de porción comestible) por lo que es ideal para prevenir y mejorar la osteoporosis y fortalecer el sistema óseo. Además 100 gramos de yogur natural aportan 61,4 kcal, 3,96 g de proteínas, 5,5 g de hidratos de carbono. También es una buena fuente de yodo (3,7 µg), magnesio (14,3 mg), selenio (2 µg), fósforo (170 mg) y potasio (280 mg) y vitaminas del grupo B (B1 y B2).
El yogurt natural aporta 2,6 g de grasa total y colesterol (10,2 mg), por lo que es recomendable consumir yogures desnatados.

Vemos que el valor nutricional de este alimento lo hace muy recomendable para todos, especialmente para niños, mujeres embarazadas y ancianos (siendo uno alimento clave en la dieta de los ancianos, gracias a su textura cremosa, beneficiosa en un sector que suele tener deficiencias nutricionales a causa de los malos hábitos dietéticos o problemas de masticación y deglución).

Podemos tomar el yogur natural si añadir azúcares o mezclado con frutas troceadas. También se utiliza en repostería, para preparar helados y batidos, y para la elaboración de salsa para aderezar ensaladas y carnes mezclándolo con especias, hierbas aromáticas y vegetales como el pepino.

Otro uso del yogur es para el cuidado de la piel. No sólo es bueno ingerirlo, en cuyo caso nuestra piel se verá mejor debido a que se eliminan mejor las toxinas, sino que también se preparan mascarillas, ungüentos y cremas para la piel. En aplicaciones externas es muy bueno para muchos problemas de la piel (están realizándose estudios de la aplicación del yogur en el tratamiento de algunas enfermedades dermatológicas como la soriasis).

Una opción saludable y quizás más económica (al principio no, pero a largo plazo si) es preparar los yogures en casa con una yogurtera. ¿Quién se anima?

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